Tradicionalmente cuando se piensa en el binomio motor-combustible de los vehículos pesados, autobuses y camiones de carga, se piensa en algo sucio ya que se considera que éstos serán la mayor fuente de emisiones del sector transporte en 2030 si no se hace algo para evitarlo.
De acuerdo con la especialista y Directora del programa de clima, salud y plomo en México del The International Council on Clean Transportation (ICCT), Katherine Blumberg, el impacto de una regulación eficiente para los vehículos ligeros y pesados, lograría una reducción en las emisiones estimada entre 17 y 33%, en el mismo año. Sin embargo, “pese al potencial que representa, todavía no se ha hecho mucho y el avance ha sido lento”.
Aunado a esto se halla la falta de combustibles de bajo contenido de azufre (inferior a las 50 partes por millar-ppm) que traería beneficios al ambiente al usar tecnologías de control para motores a diesel, entre ellos, los filtros de partículas que alcanzan 150% de eficiencia y pueden lograr un control de emisiones de NOx superior al 80%.
Por su parte, los combustibles de ultra bajo azufre de menos de 10 ppm permiten el uso de equipo de absorción de NOx, incrementando su control hasta niveles superiores al 90% tanto en vehículos a diesel como de gasolina.
Desgraciadamente, éstos únicamente se comercializan en la llamada franja verde del país, en los estados de la frontera norte y las zonas metropolitanas de las ciudades de México, Guadalajara y Monterrey.
Por su parte, el Presidente y Director General del Instituto de Asistencia de Investigación Ecológicas (INAINE), Luis Manuel Guerra Garduño, añadió que es necesario desmitificar la falsa percepción que se tiene del binomio motor-combustible como algo sucio ya que utilizando “un diesel limpio” resulta económico, limpio y potente.
