Autobuses

Un día en el Metrobús

metrobus3Jueves. 8:50 horas. Estación Buenavista del Metrobús. “No pase la tarjeta. ¡Atrás de los torniquetes! ¡Atrás de los torniquetes!”, dice con voz grave una mujer policía. El espacio luce repleto de mujeres y hombres que esperan abordar el siguiente autobús, muchos de ellos no pudieron hacerlo en el anterior, ni en el previo al anterior.

En las filas, consideradas dos para cada entrada del vehículo, ellas y ellos muestran en la cara signos de aburrimiento y desesperación. En la parte alta una pantalla señala el destino de la siguiente unidad y el tiempo de arribo: La Joya, 8 minutos.

El autobús, modelo Volvo 7300 biarticulado, con el número económico VYC 1063-B, apareció en el andén y éstos tienen una entrada de más en la parte frontal. Al abrir las puertas las filas se rompieron y “cada una de las mujeres, a su velocidad y de la manera que pudo, abordó la unidad”. ¡No se empujen, no se empujen! ¡No se empujen! gritaba la misma policía, pero este era un acto inevitable.

Diariamente en las 169 estaciones de las 5 Líneas del Metrobús se congregan altos volúmenes de usuarios intentando llegar a su destino, pese a ello éste únicamente participa con 6% en comparación con los diferentes modos de transporte público en la Ciudad de México.

Con capacidad para transportar 244 pasajeras y pasajeros, de los cuales únicamente 53 viajarán sentados, este tipo de transporte se ubica en el segundo sitio como el mejor calificado con un 15% de acuerdo con una encuesta de El Poder del Consumidor, un factor que podría influir es la extensión de cobertura y características operativas y de infraestructura: carril confinado, unidades de mayor capacidad, estaciones y terminal de abordaje y un sistema de prepago.

metrobus3Entre mujeres te veas

Por supuesto, hay un área determinada para el uso exclusivo de las mujeres en las primeras entradas, que también pueden abordar personas de la tercera edad y discapacitados, más alguno que otro despistado que parece no conocer las reglas.

Como el hombre joven, de sueter gris, con maleta en mano, que se ubicó en la primera puerta en alguna ocasión y nunca pensó que la función de abrir y cerrar es para que la gente entre y salga. O la señora de traje café que durante todo el trayecto acarició su pelo desde el nacimiento de la raíz hasta la punta del mismo, para después ver cuántos pelos quedaban en su mano derecha, mientras con la izquierda se sostenía del tubo, por supuesto también en la puerta de entrada.

Desde Buenavista hasta Durango, el recorrido se compone de solo siete estaciones, las suficientes para entablar plática con la mujer de junto con la pregunta de rigor. – ¿Hasta dónde vas? – Hasta El Olivo y el Metrobús es el que me deja más cerca por eso lo espero diario. Y además, es mucho más barato que tomar un taxi, eso sí hay que tener paciencia, pues cada día viene más lleno y hay que esperar más, contesta la chica de pelo pintado de color morado y piercing en la nariz.

De acuerdo con especialistas en el transporte, una de las prioridades y razones de los habitantes de la Ciudad de México es llegar rápidamente a su destino; sin embargo, el colapso en las principales arterias y avenidas, aunado a la ausencia de infraestructura destinada a la libre circulación de transporte, ocasiona pérdidas de miles horas-hombre que se traducen en pérdidas económicas y un fuerte golpe a la competitividad.

Tras el recorrido de solo siete estaciones y cuando el reloj marcaba las 9:11 horas una voz dentro del Volvo 7300 anunció próxima estación Durango. – “Yo aquí me bajó, y la pregunta obligada – ¿quieres sentarte?, Continuo, – ¿te bajas en ésta?, si no, pues no estorbes”. Un poco más adelante tres autobuses de color rojo le impedían avanzar a la unidad de la que descendí.

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