Gustavo Alonso García González inició en el mundo de los camiones pesados con solo 20 años de edad. “En 1973 empezó a correr el diesel por mis venas, el ruido de los motores y los imponentes camiones, tractocamiones y autobuses que en aquel tiempo se fabricaban en Diesel Nacional (DINA)”, en el entonces Combinado Industrial Sahagún, propiedad del gobierno mexicano comenta a Indicador Automotriz.
“En esa escuela aprendí a conocer la industria automotriz, del autotransporte y a los vehículos pesados, industria básica y fundamental en el desarrollo de cualquier país. Basta decir que ellos transportan la mayor parte de los pasajeros y las mercancías que se comercializan en México; lo cual es decir mucho y eso me hace sentir y a partir de ahí, muy orgulloso.”
Nació en Álamo, Veracruz, tierra naranjera por excelencia, recuerda que cuando era niño viajaba en camiones DINA, ya que su tío Mateo traía naranjas a vender a La Merced. “Juntos recorríamos la sinuosa carretera México-Tuxpan, él tenía mucha habilidad para conducir y remontar la sierra de Puebla, cruzando una densa neblina que apenas le permitía avanzar. Mateo era hombre-camión, lo admiraba, con él viví intensos momentos que se conservan en mi memoria”.
En Diesel Nacional trabajó en las áreas de mercadotecnia, planeación, inversiones, ventas y finanzas hasta llegar a la Dirección de Relaciones Gubernamentales y Control de Gestión con la responsabilidad de conocer, opinar e instrumentar las leyes, reglamentos, normas y otras disposiciones oficiales relacionadas con el tratamiento específico del gobierno a la industria automotriz, tanto en la producción interna como la del mercado de exportación e importación. Para ello, tuvo interiorizar e involucrarse en la aplicación y cumplimiento del conjunto de disposiciones y reglas que rigen el comercio exterior y las operaciones aduanales.
A finales de 1987 salió de Dina y, al mes siguiente, uno antes de que naciera su hija Jimena, “tuve el privilegio de recibir la invitación para trabajar en Kenworth, nada más y nada menos que por su fundador, Presidente y principal accionista en ese tiempo, DON GUSTAVO VILDÓSOLA CASTRO, así con mayúsculas, y les diré el por qué: A él lo conocí mientras trabajaba en DINA y en ese tiempo al control de precios lo llamaba con toda razón ‘control de utilidades’.
“Ese fue el inicio de una amistad que, durante los más de 25 años que tengo de laborar en Kenworth, se convirtió en afecto personal y me marcó para toda la vida. Llegué a considerarlo un segundo padre ya que me hizo aprender, sentir, querer y defender al sector del autotransporte en el cual estoy totalmente inmerso y muy comprometido.
“El jefe VILDOSOLA, como le llamamos, ha sido un hombre que trascendió y dejó una importante huella, y para mí es el más grande dentro de la industria. Durante la constitución de la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones, ANPACT, hace 20 años siempre fue una guía.
“Con muchas lecciones de vida y carrera, me enseñó que la importación de camiones usados causa un grave daño al país, y si dejamos que esto siga sucediendo, con el tiempo tendremos un parque vehicular chatarra que obstaculizará el desarrollo económico y el progreso de los trabajadores de la cadena de valor del autotransporte.
“Un hombre-camión obtiene buena paga, pero necesita capacitación y certificarse para acceder a los camiones nuevos y convertirse en pequeño empresario que herede a sus hijos un patrimonio de trabajo, esto no sucede ahora. Como ejemplo, en algunos casos, por el espejismo de dejar una herencia a los hijos se adquieren camiones usados importados, con miles de millas de recorridos que no fueron construidos para las condiciones de las carreteras en México, por lo que más temprano que tarde el aparente camión “seminuevo” se convierte en chatarra y los ahorros que logró reunir se esfuman.