En una perspectiva amplia, la primera consecuencia de la salida de México del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) es la incertidumbre hacia el futuro, y cuando ésta existe, las perspectivas de crecimiento bajan y la inversión se puede detener, con los consecuentes impactos económicos, afirmó César Armando Salazar López, secretario académico del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
Algunos analistas consideran que si se desintegra el acuerdo, necesariamente la calificación crediticia de México disminuirá; eso significa que tendremos que pagar más por nuestra deuda. Además, el tipo de cambio podría devaluarse porque los mercados internacionales dudarían del desempeño macroeconómico de nuestro país.
Hablando de un tratado de ese tipo, lo primero que podría resultar afectado son las importaciones y exportaciones. “Nuestra nación concentra 80 por ciento de su intercambio con EU, así que de ninguna manera se acabará el comercio con el vecino, pero cambiarán las condiciones. El impacto no será tajante ni inmediato, y quizá tampoco tan profundo”, consideró el economista.
Cuando se firmó el acuerdo, recordó, en ciertos sectores académicos se dijo que incorporarse a un tratado de libre comercio con la Unión Americana y Canadá no era lo mejor que podía hacer México, por las condiciones asimétricas de los tres países.
A partir de entonces, nuestra nación ha tenido un modelo exportador muy exitoso; las tasas de crecimiento de ese rubro en las últimas dos décadas han sido muy importantes. Sin embargo, la buena dinámica exportadora no se ha traducido en un mayor crecimiento de la economía, ni en una mejor distribución del ingreso.
Hoy, explicó, tenemos una economía desigual, con un número significativo de pobres, en donde no hemos experimentado un crecimiento fuerte ni importante. El año pasado el país creció al 2.3 por ciento; este año será al dos por ciento, es decir, ha sido bajo.
No obstante, en el resto de América Latina y el Caribe decreció al 0.9 por ciento; es decir, en la coyuntura México se mantiene y crece por los fuertes vínculos con la economía estadounidense. “Nos preocupa que el vecino no crezca, porque ahí sí nos contraemos. Nuestra visión siempre es hacia el norte y ése es el problema”.
Si desparece el TLCAN México tendrá que negociar paralelamente un acuerdo con la Unión Americana, porque hay engranajes productivos, lo que los economistas llaman cadenas internacionales de valor, que no se pueden romper tan fácilmente. El vecino del norte no se va a aislar, así que tendremos que comerciar con él.
Debemos mantener una posición transparente sobre el proceso de negociación y explicar qué pasará. Ambos países forman parte de la Organización Mundial de Comercio y tienen un piso de intercambio, así que las relaciones comerciales continuarán, reiteró el académico.
China invade el mercado con sus productos y sobre eso no se dice nada. Las declaraciones de Trump no son lógicas y quiere hacer ver que el TLC ha alentado la desindustrialización en EU; tendría que ir sobre el país asiático y no sobre México, y no lo hace, y eso también genera incertidumbre, subrayó.
Ahora, México debe mirar hacia otros contextos de intercambio comercial importantes, pensar en una estrategia de crecimiento hacia adentro e impulsar una política industrial, y eso lleva tiempo y requiere un cambio de la forma en que se piensa la política económica. “Necesitamos aprender a convivir con EU de manera mucho más simétrica”.
Una política que incentive el desarrollo inclusivo de la economía tendrá como consecuencia un mejor y mayor mercado interno. Debemos mirar hacia dentro, pero sin cerrarnos porque las condiciones de globalización están dadas, pero sí se podría buscar una mejor inserción y políticas que fomenten el crecimiento interno y la redistribución del ingreso, concluyó Salazar López.