Los cambios surgidos con la Reforma Energética y la apertura comercial de la industria del petróleo a la inversión privada y extranjera han levantado diversas expectativas, pero también ha generado incertidumbre en las empresas dedicadas al transporte de mercancías y de personal en el país. La transición hacia mercados competidos de gasolinas y diesel avanza a paso lento, mientras que los precios se mantienen al alza.
Tras la realización de diversos estudios y análisis tanto a nivel constitucional como de legislación secundaria, surge la Reforma Energética que considera entre sus principales objetivos mantener la propiedad de la Nación sobre los hidrocarburos que se encuentran en el subsuelo, reducir la exposición del país a los riesgos financieros, en las actividades de exploración de petróleo y gas, contar con un mayor abasto de energéticos a mejores precios.
La apertura del sector de hidrocarburos abre oportunidades para las empresas vinculadas al petróleo y la energía, pero también al conjunto de la economía y la sociedad que de una u otra manera son usuarios y consumidores tanto de hidrocarburos como de energía eléctrica. Además obligó la modificación de diversas leyes y reglamento, “motivando la creación de nuevas agencias que coordinen y regulen las nuevas actividades. Algunos aspectos son difíciles de entender por la complejidad de las actividades y procesos, dado que en algunos temas no hay antecedentes” al respecto.
La transición hacia mercados competidos de gasolinas y diesel, documento elaborado por la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE), identifica algunos de los “posibles obstáculos a la competencia, así como propuestas de solución”. El tema adquiere relevancia, si se considera que los precios de venta al público, tanto de las gasolinas como del diesel, serán determinados por las condiciones del libre mercado.
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